Friday, February 08, 2008

Viaje a USA (12): San Francisco.

Y por fin, el 31 de diciembre llegamos a San Francisco, donde nos esperaban 6 maravillosos días con los que cerrar el círculo del viaje.



El centro de la ciudad asciende pequeñas colinas desde la orilla de la Bahía. Si comienzas por el puerto oirás un bullicio de leones de mar que arrancan miles de sonrisas a un público curioso de verles hacer piruetas. Y vaya si las hacen, no paran de jugar en el agua o sobre las balsas que les tienen preparadas. Parece ser que en 1994 apareció el primer león marino en el puerto y desde entonces han sido recibidos como invitados especiales de la ciudad.

A medida que dejas el puerto a tus espaldas comienza la ascensión de colinas. Prepara tus piernas, toma un ritmo constante y sobretodo mucho aliento. El espectáculo comienza atravesando el distrito financiero, uno de los mas importantes de EE.UU. Se extiende desde las imponentes torres y plazas de Embarcadero Center hasta Montgomery Street, la llamada “Walt Street del Oeste”.



San Francisco no solo es famosas por sus calles empinadas recorriendo colinas con vistas a la gran Bahía. También destacan sus espléndidas casas victorianas, casi todas construidas a finales del S. XIX son hoy ejemplares supervivientes de los numerosos incendios y terremotos que han asolado la ciudad desde entonces.

Las casas victorianas tienen en común una estructura de madera ricamente adornada con piezas fabricadas en serie. La mayoría fueron construidas conforme a una misma planta, pero difieren en la forma de la fachada. En San Francisco se pueden encontrar cuatro estilos diferentes de casas:

1. Neogóticas (1850-1880). Destacan sus arcos apuntados sobre las ventanas y a veces sobre las puertas, con tejados a dos aguas con aleros decorados, un porche a lo largo de todo el edificio y balaustradas que revelan el estilo sureño del estilo. Suelen estar pintadas de blanco y no con los colores fuertes de estilos posteriores.

2. Italizante (1850-1885). El rasgo más distintivo es una alta cornisa (que camubla un tejado en pendiente o semiplano) con ménsulas decorativas que da un aire señorial incluso a las casas más modestas. Otra característica es la elaborada decoración en puertas y ventanas (de forma simétrica) y portales neoclásicos a veces con vistosos frontones, que son un clásico detalle italiano.

3. Stick (1860-1890). Es el más común entre las casas victorianas de San Francisco. La segunda foto de las diapositivas se corresponde con este estilo. Resaltan las líneas verticales, tanto en la estructura de madera como en la decoración. Ventanas voladas, cornisas con falsos gabletes y ángulos rectos, portales con un porche volado son sus rasgos característicos.

4. Queen Anne (1875- 1905). Este estilo se corresponde con la primera fotografía de las diapositivas y sobretodo se caracteriza por las torres y torreones y los grandes paneles decorativos. La mayoría de los edificios muestran filigranas en forma de huso en balaustradas, porches y modillones.

A ver si adivináis de que estilo son las demás fotos.



Otro elemento emblemático de San Francisco son los tranvías. Esos pequeños trenecitos que trepan por sus colinas, se deslizan por sus cuestas y deleitan al viandante con un zumbante sonido que llega a formar parte de la cotidianeidad.

Los tranvías se presentaron al público en 1873, con su inventor, Andrew Hallidie, a bordo del primer coche. La inspiración para superar el problema del transporte por las calles empinadas le vino al presenciar un accidente en el que un coche de caballos cayó colina abajo arrastrando a los animales consigo. El sistema ideado fue un éxito, y en 1889 había ya 8 líneas. Antes del terremoto de 1906 (del que se incluyen algunas fotos tomadas en el Museo del tranvía) circulaban más de 600 coches. Con la llegada del motor de combustión interna, los tranvías se quedaron obsoletos, y en 1947 se intento reemplazarlos por autobuses. Tras una consulta popular se conservaron las 3 líneas actuales, con un tendido de 25 km.

Su funcionamiento: los motores de la central eléctrica accionan un cable, oculto bajo el pavimento gobernado por un sistema de poleas estriadas. Cuando el operario del tranvía tira de la manivela del enganche, ésta pasa por una ranura de la calle y se fija al cable, que arrastra el coche a una velocidad constante de 15,5 km por hora. Para parar, el operario libera el enganche y aplica el freno (en las fotografías de las diapositivas hay esquemas). Hace falta mucha destreza en las esquinas, cuando el cable pasa por encima de una polea: el operario debe soltar el enganche para que el coche salve la polea.



Pero sin duda, el elemento más significativo de San Francisco es por excelencia el puente “Golden Gate” (puerta dorada) que da entrada a la Bahía.

Construido en 1937 después de más de 4 años de obras y un coste de 35 millones de dólares. Las vistas son impresionantes desde este enclave mundialmente famoso, que cuenta con seis carriles para vehículos y uno para peatones. Es el tercer mayor puente del mundo de un solo vano y, en el momento de su construcción, la estructura colgante más larga y elevada.

Los cimientos de las torres gemelas son de una gran proeza de ingeniería: el pilar sur, a 343 metros de la orilla, se enterró en mar abierto a 30 metros de la superficie. Para construirlo, la base del pilar sur se protegió de las mareas con una estructura de hormigón; el agua se bombeaba al exterior para crear un inmenso compartimento estanco (hoy todavía perdura y se puede observar desde la superficie).

La calzada es de hormigón, con soporte de acero. Se construyó desde las torres en ambas direcciones para que el peso se distribuyera equilibradamente a los cables de suspensión.

Y esto que viene a continuación es lo que se llama “Oda al Golden Gate”. Son las fotos tomadas durante una excursión de una jornada que nos hicimos en bici recorriendo toda la Bahía, cruzando el puente hacia la otra orilla para llegar a Sausalito y Tiburón (pueblos que están enfrente de San Francisco), y finamente cruzar en ferry para llegar de nuevo a San Francisco. La excursión fue fascinante, disfrutamos de una ciudad que rinde culto a la naturaleza, de unas vistas increíbles y de un idílico atardecer.

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