India: (6) Jaipur
Si Jodhpur es la ciudad azul, Jaipur es la rosa. Sus antiguas edificaciones en arenisca de un rosa mas cercano al coral la hacen famosa. Allí es donde esta el Palacio de los vientos, de las mil ventanas. La pena fue que estaban restaurando la fachada y apenas si pudimos contemplar su explendor.
A cambio disfrutamos de su palacio y del Castillo de Amber. Aunque no son monumentos tan espectaculares como los que ya visitamos los días previos, fue muy divertido subir en elefante por la rampa que llega hasta el gran patio del Castillo.
Esta "miniaventra" solo es posible hacerla durante las primeras horas de la mañana, ya que a medio día los elefantes hacen su retirada de escena. Según cuentan, hasta no hace mucho tiempo los elefantes portaban gente al castillo hasta que éste cerraba sus puertas. Pero hace unos años un elefante sufrió una crisis nerviosa, agotado por el trabajo y el calor, y atacó a un turista que finalmente murió por la agresión. Otros dicen que ha sido una asociación en defensa de estos animales quien presionó para que les pusiera una "jornada laboral" no abusiva. Pero yo mas bien me inclino por la primera historia, me extraña mucho que los hindúes velen por los derechos de los elefantes cuando no lo hacen con los menores utilizados como mano de obra infantil.
Lo más curioso del Castillo de Amber es la parte de los aposentos del Maharaja y sus mujeres (las concubinas vivían fuera del Castillo). Alrededor de un gran patio central se distribuyen varios subpatios comunicados a éste con una puerta. A continuación, como si de un segundo anillo se tratara, rodeando los subpatios se encuentran los dormitorios de las esposas. De manera que, cada aposento tenía su propio patio, que a su vez servía de acceso al gran patio central. Todo esto se distribuía a pie de planta, pero en cada subpatio-dormitorio también había una escalera que subía a una planta superior. Una escalera que no podía ser usada por la mujer que ocupara dicho aposento.
El Maharaja tenía 12 mujeres, por consiguiente había 12 dependencias. El vivía en toda la planta superior construida en torno al patio y sobre las habitaciones de sus esposas. Así es que ya habréis adivinado que en esta planta había 12 escaleras, cada una de las cuales bajaba a cada uno de los aposentos de sus esposas. De manera que, cuando por la noche visitaba a alguna de ellas, las restantes mujeres desconocían quien había sido la elegida por ese día, y así se evitaban celos y envidias.
No lo tenía mal montado. De esta forma el Maharaja las tenía a todas contentas y además él disfrutaba de su espacio propio, que también podía llenar de concubinas u otro tipo de mujeres.
A cambio disfrutamos de su palacio y del Castillo de Amber. Aunque no son monumentos tan espectaculares como los que ya visitamos los días previos, fue muy divertido subir en elefante por la rampa que llega hasta el gran patio del Castillo.
Esta "miniaventra" solo es posible hacerla durante las primeras horas de la mañana, ya que a medio día los elefantes hacen su retirada de escena. Según cuentan, hasta no hace mucho tiempo los elefantes portaban gente al castillo hasta que éste cerraba sus puertas. Pero hace unos años un elefante sufrió una crisis nerviosa, agotado por el trabajo y el calor, y atacó a un turista que finalmente murió por la agresión. Otros dicen que ha sido una asociación en defensa de estos animales quien presionó para que les pusiera una "jornada laboral" no abusiva. Pero yo mas bien me inclino por la primera historia, me extraña mucho que los hindúes velen por los derechos de los elefantes cuando no lo hacen con los menores utilizados como mano de obra infantil.
Lo más curioso del Castillo de Amber es la parte de los aposentos del Maharaja y sus mujeres (las concubinas vivían fuera del Castillo). Alrededor de un gran patio central se distribuyen varios subpatios comunicados a éste con una puerta. A continuación, como si de un segundo anillo se tratara, rodeando los subpatios se encuentran los dormitorios de las esposas. De manera que, cada aposento tenía su propio patio, que a su vez servía de acceso al gran patio central. Todo esto se distribuía a pie de planta, pero en cada subpatio-dormitorio también había una escalera que subía a una planta superior. Una escalera que no podía ser usada por la mujer que ocupara dicho aposento.
El Maharaja tenía 12 mujeres, por consiguiente había 12 dependencias. El vivía en toda la planta superior construida en torno al patio y sobre las habitaciones de sus esposas. Así es que ya habréis adivinado que en esta planta había 12 escaleras, cada una de las cuales bajaba a cada uno de los aposentos de sus esposas. De manera que, cuando por la noche visitaba a alguna de ellas, las restantes mujeres desconocían quien había sido la elegida por ese día, y así se evitaban celos y envidias.
No lo tenía mal montado. De esta forma el Maharaja las tenía a todas contentas y además él disfrutaba de su espacio propio, que también podía llenar de concubinas u otro tipo de mujeres.
Desde las almenas del castillo es fascinante ver la alfombra tejida a base de plantas naturales. Se trata de transportase a la época e imaginarla frondosa y con el lago desbordante de agua (actualmente también India está teniendo problemas de sequía).
Labels: Viaje a India y Nepal
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