India: (5) Pushkar, ciudad sagrada.
Lo más impactante de este trayecto fue encontrar en mitad de la carretera (por llamarla de alguna manera) el rostro de una joven envuelto en su sucia cabellera azabache y cual apósito, pegado a un cuerpo inerte supurante de moscas. Suponemos que era una "paria", es decir, un "sin casta", un "intocable". Una persona que no es considerada como tal en India y que ellos mismos se avandonan a la muerte, para con ella alcanzar otra vida mejor. La imagen es espeluznante, pero la visión lo fue más aun. No sé que edad tendría, probablemente mucha menos de la que aparentaba. No sé cuanta vida le quedaría ni que podríamos haber hecho por ella. Los breves segundos que transcurrieron mientras pasabamos junto a ella con el coche, fueron eternos y a la vez tan fugaces y choqueantes que nos quedamos paralizados con la imagen grabada en la mente. A día de hoy me resulta igual de duro ver la fotografía que no sé todavía como me atreví a tomar.
Pushkar es una de las ciudades sagradas de India. Posee un lago rodeado de ghats donde los hindúes acuden a su aseo personal, a arrojar las cenizas de los muertos, a orar o a disfrutar de juegos infantiles. Y aquí es donde fueron derramadas las cenizas de Mahatma Gandhi.
Los ghats se consideran zona sagrada y por tanto no se pueden tomar fotografías ni está permitido el "consumo de drogas", entre otras cosas (como indican los carteles). Esto último me hizo pensar que quizás algunos extranjeros, aprovechando lo místico del lugar, le diesen a los "petarditos" a la orilla del lago. Pero estaba muy equivocada, cuando comenzó a caer la tarde y el gentío a orillarse al lago, cada vez me iba viniendo mas un intenso olor a "hierva". Entonces descubrí que muchos hindúes, "babas" (santones) y demás, se acercaban hasta allí y le daban al "porro" cosa fina. Se sentaban en círculo y se lo iban pasando de uno en uno. En ese momento entendí claramente la mirada perdida, el andar vacilante, la amable sonrisa, etc., de todos ellos. Vamos, que el rollo espiritual de la ciudad sagrada se me vino abajo de golpe. Tanto santón bendiciéndote por unas rupias o intentando atarte una cuerdecita a la muñeca para protegerte... lo que iban es colocadísimos!!
Al margen del asunto, Pushkar es una miniciudad con un encanto especial. Desde la terraza colocada encima de un ghat pudimos ver un hermoso atardecer. Pero una vez que finalizó supuso la hora de llegada del ejercito de las ratas. Debajo de la terraza, junto al lago, había una casucha con un pequeñísimo patio de entrada. De pronto el patio comenzó a llenarse de ratas que salían de todos los rincones del mismo. Nunca había visto tanta rata junta!! Cuando cae la noche, es su paraíso.
También me resulto llamativo ver a las vacas paseándose por los ghats tan tranquilas, subiendo y bajando escalinatas como si de auténticas bedetees se tratara. Y dejando sus propios autógrafos: defecaciones y orines a tutti-plen, que luego serían pisados por la gente descalza, o arrastrados por la lluvia al lago donde se bañan...
Y todo ello conviviendo en la más absoluta armonía y normalidad.
Labels: Viaje a India y Nepal
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