Monday, September 17, 2007

India: (10) Benarés, la esencia de India.

Benarés es la ciudad sagrada por excelencia de India. Atravesada por el río Ganghes (también sagrado) todo hindú espera llegar a morir a esta ciudad, ser incinerado y que sus cenizas sean esparcidas por él.

Como todas, Benarés es una ciudad caótica, ruidosa, estresante, con una gran concentración de todos los olores que puedan existir en India. El interés turístico de esta ciudad radica en su espiritualidad, ya que arquitectónicamente hablando Varanasi no ofrece nada al visitante.
Una vez en la ciudad, atravesar el centro de la misma hasta llegar a los ghats del Ganghes fue una auténtica tortura. Como peatones tuvimos que enfrentarnos a la dura batalla de esquivar motocicletas, carromatos, carros, vacas y algún que otro coche preferente que consiguió penetrar en esta zona.

Al llegar al Ganghes descubrimos que se estaba oficiando una ceremonia de agradecimiento, estaba todo lleno de peregrinos que iban llegando de todas partes, vestían en colores naranjas y portaban una larga vara sobre la que iban colgando objetos (como pequeñas tinajitas con agua del Ganghes) que transportaban sobre el hombro (pocos días después un coche atropelló a varios peregrinos que iban de camino a Varanasi). La ceremonia fue muy interesante, conseguimos observarla desde un barco anclado frente a los ghats, por lo que las vistas eran excepcionales, ya que la ceremonia tenía lugar cara al agua. Después de esto, el dueño del barco nos ofreció acompañarnos a ver los crematorios, que a esa hora (de noche ya) estaban funcionando.

El camino a los crematorio fue dantesco, atravesamos calles sumamente estrechas donde se hacinaban montones de basura, heces y orines de vaca, alguna vaca con la pata quebrada rezumando sangre, perros sarnosos, niños durmiendo en el suelo a la puerta de sus casas.... De pronto empezaron a caer sobre nosotros pavesas, debíamos estar cerca de los crematorios. Primero nos enseñaron la madera que se utiliza para ello: madera de vainilla que hace que el olor que desprende al quemarse con los cuerpos de personas no permita que salga el olor de éstas durante su incineración.

La situación era de sumo respeto, silencio total y unas cinco piras crematorias a orillas del río. Los familiares suelen acompañar al difunto y se afeitan la cabeza para la ocasión, algo que también se hace en el mismo escenario.

Debo decir que las imágenes no fueron en absoluto desagradables ni duras. Con todo mi respeto me entregué a ser espectador de un ritual como cualquier otro para despedirse de los seres queridos que han abandonado su vida. Para los hindúes la muerte es alcanzar una nueva y mejor vida, por tanto para ellos no es una pérdida dolorosa y esto se transmite en el ambiente. Más duro fue ver a cantidad de enfermos de lepra que habían llegado hasta allí para poder morir en Benarés y que se limitaban a estar sentados por las calles dejando la vida pasar y esperando la muerte llegar. Eso si fue algo especialmente duro de ver y que no tuve estomago para fotografiar, se me calló el alma a los pies y utilicé mis ojos para comunicarme con ellos en lugar de que mirasen por el objetivo.

Al amanecer del día siguiente recorrimos la orilla del Ganghes y sus ghats desde el mismo barco donde la noche anterior contemplamos el ritual. El río llevaba mucha agua (era época de monzón y había grandes riadas) y mucha corriente, por lo que los remeros tuvieron que emplear bastante fuerza para dominar la situación. Pero pronto se me olvidó el riesgo, el espectáculo de luz, color, alegría, respeto, veneración, purgación, oración, vida, muerte, silencio, bullicio, sonrisas... me invadió por completo y debo decir que aquello fue lo más fascinante que viví en India.

Varanasi me cautivó, allí sentí el verdadero espíritu de India, algo indescriptible que me llegó muy profundo, directo al corazón.

Respecto a las cremaciones: hacerlas perfectamente es todo un arte, ya que según el tamaño y peso del cadáver es preciso utilizar una cantidad de madera y colocarla de un modo determinado para que el cuerpo arda bien. Para esto hay un experto que se encarga de hacer los cálculos, aunque no todo el mundo puede costearse la cantidad de madera precisa, lo que hace que tras la cremación, cuando se arrojan las cenizas al río haya algunos casos en que estas vayan acompañadas de alguna parte del cuerpo que no se quemó bien (de hecho, en nuestro paseo en barca al amanecer pudimos ver flotando en el agua una pierna a medio quemar -no comento nada-). Este tipo de cremaciones solo se efectúan con las personas que fallecen de manera natural. Quien mueren por accidente o suicidio son incinerado en los crematorios eléctricos; y no se incinera ni a los menores de 10 años ni a las mujeres embarazadas; sus cuerpos se mantienen intactos y son arrojadas al río con una piedra atada en su estomago para que se hundan en el fondo del mismo.

Imaginaos como esta el río, dicen que la contaminación alcanza tal grado que no tiene un apice de oxigeno, motivo por el cual no habita ningún ser vivo en el mismo. Actualmente, hay alguna ONG promoviendo la recuperación del Ganghes.

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1 Comments:

Blogger Pablo said...

Estoy plenamente de acuerdo. Vanarasi, la fábrica de colores, como la llamamos, es territorio imprescindible en un viaje a India.

Pablo
viajes India
Sociedad Geografica de las Indias

8:58 AM  

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