XI’AN – Luoyang – Shaolin (1)

Recientemente hicimos una escapada de fin de semana con los Galaso y González (Mr. Water, para los amigos). El recorrido aparentaba ser demasiado pretencioso, pues consistía en recorrer tres ciudades entre las que dista una distancia importante(Xi’an – Luoyang – Shaolin), pero finalmente todo encajó de maravilla, vimos cosas muy interesantes y nos divertimos muchísimo. Sin duda ha sido uno de los mejores findes que hemos tenido.

Nuestro recorrido comenzó el viernes con un vuelo de 1 h. a Xi’an.
Xi’an es hoy la capital de la provincia de Shaanxi, constituye la ciudad más extensa del nordeste de China. Durante la dinastía Tang (618-907) fue la ciudad más grande del mundo, y durante más de mil años fue la capital de cerca de una docena de dinastías imperiales.

Xi’an es una ciudad amurallada en la que se pueden visitar las torres de vigilancia, el barrio musulmán con su preciosa mezquita, y por supuesto el famoso ejército de terracota, descubierto por un campesino en 1974 cuando estaba cavando un pozo (que por cierto se ha convertido en un “celebriti” y está en la excavación firmando autógrafos).

El ejército de terracota es una parte de una enorme tumba construida por el primer emperador (Qin Shi Huangdi). Dicen que esta tumba es tan inmensa que para desenterrarla en su totalidad habría que reubicar doce pueblos y media docena de fábricas. Lo cierto es que ver a unos 7.000 guerreros, cada uno con un rostro diferente y todos en tamaño natural, es impresionante. En el mausoleo puedes ver los trabajos de restauración, ya que la cúpula (llena de joyas) fue arrasada y quemada por la siguiente dinastía, y los guerreros se hallaron sepultados y rotos en pedazos. Se puede observar restos de guerreros y como los van uniendo hasta formar piezas completas. En su origen eran policromados, pero hoy solo se aprecia su color terracota y como van perdiendo sus definidos rasgos, según los expertos, debido a la polución a la que están sometidos tras ser desenterrados. Esto último, unido a la mala restauración ha provocado que la UNESCO haya prohibido a China que continúe con la excavación. Y cuando uno está allí lo entiende perfectamente. Aquello más que un mausoleo y museo más bien parece un circo. Un circo construido en cementazo sobre los hornos originarios donde fueron cocidos los guerreros (no queda ni uno solo de estos hornos y te lo cuentan como algo normal), y al que se está añadiendo una enorme, enorme, enorme superficie comercial, con fuentes a lo bestia y hortera.

Cada día estoy mas convencida del poco apego que tiene este país por su cultura, sólo lo “cuidan” cuando significa un valor añadido, es decir, cuando aporta “dinero”. Y puesto que el mausoleo del ejercito de terracotas es el principal objetivo turístico han decidido construir una ciudad del consumo por todo su alrededor. UNA SALVAJADA!!!



Cosa distinta ocurre cuando uno visita un segundo mausoleo descubierto recientemente y abierto al público hace apenas dos años. Esta excavación apenas cuenta con visitantes y las condiciones en que se encuentra son infinitamente mejores. Toda la excavación está protegida con cristales sobre los que vas caminando y viendo bajo tus pies todas esas figuritas y animales de barro. Es una verdadera delicia visitar este mausoleo, tiene un encanto muy especial. Las figuras son mucho mas pequeñitas, parece ser que iban vestidas con trajes de seda y tenían los brazos de madera (con el paso del tiempo se han podrido) y su misión era más de acompañamiento al difunto, que de protección, por eso no se configuraron como un ejercito. También están representados animales de granja (cerdos, vacas, ovejas, perros) y se encontraron fósiles de semillas (arroz, cereales, etc). En algunas imágenes se puede apreciar perfectamente la forma de un carro tirado por caballos incrustados en el suelo.
Sin duda, este segundo mausoleo y caminar por el barrio musulmán fue lo que mas nos cautivó de Xi’an.

Ah! Y conocer a YOLA, la guía china que hablaba muy buen español, que nos acompañó todo el recorrido y “hizo muy buenas migas” con González, jejeje.